La ética en la gestión pública

Por Luis Carlos Samudio G.


Abogado – Docente – Mediador

La ética en el servicio público es una herramienta indispensable para formar al personal que ocupa cargos públicos dentro del gobierno, y estos deben ser como burbujas, transparentes, que se vea lo que hay adentro, argumento ineludible, dados los acontecimientos que revelan la crisis en la que se encuentra la administración pública.

Estos actos y comportamientos inadecuados contrarios a la ley muestran la verdadera intención de quienes actúan en contravía de los valores éticos y morales del servicio público panameño. Sin embargo, en la actualidad, el Gobierno se ha visto afectado por los supuestos actos de corrupción de algunos de sus funcionarios, por sus conductas inadecuadas y los actos ilícitos, en los que la sociedad ve con preocupación que esas personas no sean castigadas por sus actos.

Por eso, señalamos que la gestión pública al proyectarse, debe “regenerar los valores éticos, para alcanzar cambios en la sociedad, cambios que reflejen la gestión del sector público, donde sobresalgan los principios de legalidad y eficacia en el servicio. En consecuencia, indicamos que, en dos años en este gobierno, los diferentes medios de comunicación y las redes sociales cuestionan los supuestos actos de corrupción cometidos por algunos servidores públicos.

Por lo tanto, este gobierno no solo se ha visto envuelto en la corrupción o escándalos por faltar a la ética,  sino los gobiernos de los quinquenios anteriores o  que antecedieron al actual, han sido investigados, y  cada uno de ellos ha tenido su escándalo a nivel nacional e internacional, por lo tanto, la corrupción de los servidores públicos es de orden mundial, como lo publica la organización Transparencia Internacional, además  de percibir que la corrupción es como el cáncer de los gobiernos.

Los antiguos griegos sostenían que para ocupar un cargo público era necesario tener tres condiciones: capacidad para el cargo, lealtad para con la Constitución, virtud y justicia. Si el servidor público tomara esos elementos para que lo guíen en su vida profesional, no se dejaría arrastrar por las pasiones ilícitas y eso permitiría aplicar bien el marco normativo ya existente y desarrollar un modelo de integridad, transparencia, rendición de cuentas y buena gobernanza.

Por ende, los servidores públicos deben ser un ejemplo de comportamiento ético y moral, también debe reflejar la manera en que los ciudadanos recobran la confianza en las instituciones del Estado. Sin embargo, no basta para detener la corrupción, lo esencial es la educación, sus valores y los principios de cada individuo para lograr una ética integral.

A la vez exhortamos a los servidores públicos a adoptar un principio sano que motive su accionar en favor del interés colectivo, como lo indica el proverbio oriental: “Toma de una vez y para siempre una regla conforme a la cual vivas y ajústate a ella toda tu vida”. Sin duda lograremos buenos gobiernos obrando con excelencia y calidad, con el objetivo de cumplir con el bien de la comunidad política, sin embargo, hoy duramente cuestionada por los actos de corrupción en su actuar indebido. 

Como reflexión final, uno de los principales retos que afronta esta administración,  es sensibilizar sobre la importancia de mejorar su actitud por el bien del servicio público, integrando cualidades éticas en la vida de los servidores, sobre todo de aquellos que han vivido sin principios ni valores éticos,  a la vez neutralizar los escándalos por supuesta corrupción, y que el poder y la discrecionalidad no deben ser argumento suficiente para tomar decisiones que contraríen la ética en el Gobierno Nacional; por el contrario, la credibilidad y confianza depositada por los ciudadanos, debe ser el instrumento para la perfecta gestión pública.

Juntos trabajemos a favor de la paz y de la convivencia pacífica

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